- La Noche / Djavan / Aría
- Escapando de mí / Los Gatos / Rock de la mujer perdida
- Getting ready for Christmas day / Paul Simon / So beautiful or so what
- Otoño / Lucio Mantel / Nictógrafo
- Big Buddha song / Jon Anderson / Suvival
- River man / Danny Cavanagh / A place to be (Tribute to Nick Drake)
- Marcha a la turca / Emmanuel Pahud & Jacky Terrasson / Into the blue
- You can leave your hat on / Etta James
- I'd rather be lonely / Nina Simone
- Geno the Shoeshine / Julian a& Roman Wasserfurh
- A love like this / Charlie Haden & Renee Fleming
- Biko's blues / Jeff Gauthier Goatette / House of the return
- Goin' out of my head / Eric Legnini trío
- Round about midnight / Miles Davis
- Central Park West-Dear Lord / Dave Liebman / John Coltrane Tribute
- I loves you Porgy / MJQ
FM Radionoticias 99.5 Mhz Sábados de 17 a 19 hs Santa Rosa La Pampa Argentina
sábado, 16 de abril de 2011
Programa del 16-04-2011
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Luto. Se fue el más grande: Luis Alberto Spinetta
Francesca Ancarola & Carlos Aguirre
Aca Seca Trio en Radionoticias
con una leyenda del jazz Walter Malosetti
En Vancouver con Kurt Elling
Gabo Ferro en el estudio de Radionoticias
Roxana Amed en el melómano
Cartas de Piazzolla en Santa Rosa (Publicado en el suplemento Caldenia el 12/08/07)
DOCUMENTO. Cartas de Piazzolla en Santa Rosa
Existen dos cartas autógrafas de Astor Piazzolla en Santa Rosa. Pertenecen al abogado Ciro Ongaro quién mantuviera con el músico un corto pero muy interesante intercambio epistolar en el año 1957. La genuina modestia de Ongaro ha mantenido esas cartas hasta hoy guardadas. Otros, en su lugar, quizás se hubieran ufanado de poseerlas sin que les falte razón. Pero tratándose de Piazzolla, uno de los más grandes músicos del siglo XX, era necesario presentarlas al público ya que poseen un precioso contenido que trasciende la cuestión personal entre el autor y su destinatario. Y Ongaro nos allanó generosamente el camino y facilitó su publicación.
La llegada del maestro.
Las cartas tuvieron como objeto la posible contratación de Astor Piazzolla para una actuación en Venado Tuerto, ciudad en la que residía Ongaro en aquellos años.
Antes de transcribirlas es necesario situarnos en la época. El año 1957 encuentra a Astor recién llegado de Europa luego de un perfeccionamiento con la famosa pedagoga musical Nadia Boulanger, quién había fortalecido la autoestima maltrecha de Piazzolla revelándole su verdadero destino: un músico ligado al tango y no a la música clásica, como en algún momento fue su intención.
Entonces, Astor llegaba al país con la intención de “romper todos los esquemas musicales que regían en la Argentina”. Para ese fin trabajaba simultáneamente con dos formaciones. La orquesta de cuerdas por un lado, una formación de quince personas con la inclusión del cantante Jorge Sobral, y por otro el octeto, formación con la que ya empezaba a revolucionar el tango pese a las conocidas resistencias de los partidarios del tango tradicional.
Primera misiva.
Decía Astor en la primera carta: “Buenos Aires, Abril 22, 1957. He recibido sus alentadoras líneas con gran satisfacción, digo así porque hay muy poca gente que se ocupa de nosotros y afortunadamente esos pocos son los cultos como usted que están a la vanguardia de todas las manifestaciones artísticas. Agradezco su defensa del tango moderno, esa defensa que es realmente necesaria ya que muchos creen que nuestra manera de componer es un capricho, no saben que esto cuesta muchos años de estudio y toda la vida de sacrificios, no solo artístico sino comercial”.
Estas expresiones dejan en claro lo que fue trasponer los límites que dictaba la ortodoxia del tango en aquellos años, tal como dijera en cierta ocasión Piazzolla a un periodista: “fue una guerra”. Los tradicionalistas se trompeaban con los vanguardistas, discusiones ad infinitum, insultos y amenazas de muerte a los músicos que tocaban con Astor. Ese era el clima que reinaba en la época. Una antinomia típicamente argentina, otra versión de un River–Boca, o un peronismo–antiperonismo. Dos bandos irreconciliables.
La orquesta.
Continúa Astor: “Respecto a mi actuación en Venado Tuerto le diré que es más que posible ya que hemos dispuesto hacer una serie de conciertos por el interior de la República. El 11 de mayo actuamos en Rosario, en junio en La Plata, pronto en Baradero y si arreglamos, sería en Venado Tuerto. La actuación sería con la misma orquesta que actuó en LR1, quince personas en total incluidos los solistas Vardaro, Gosis, Bragato, Vasallo y Sobral. El programa sería en dos partes: primera parte 45 minutos, intervalo 30’, segunda parte 45’, total dos horas de duración. Sería en un salón cerrado con un piano de cola (afinado 440 brillante) y tres micrófonos para los solistas. Esto costaría $20.000 (veinte mil pesos) y nuestros pasajes y estadía por cuenta de ustedes”.
Así eran los requisitos para la orquesta de cuerdas conformada por varios músicos que provenían del octeto y otros que eran convocados por primera vez procedentes de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Actuaciones.
Si bien concretó algunas actuaciones, Jorge Sobral, el cantante, definía con estas palabras la actividad de la orquesta: “Radio El Mundo ... algunas grabaciones, algunos viajes al Uruguay y algunos shows especiales”. También tocaron finalmente en Rosario donde Ongaro pudo verlos junto a su familia como queda testimonio en la segunda carta.
También grabó algunos discos con la orquesta donde se incluían mayormente tangos convencionales, pero también grabó el álbum “Tango en Hi-Fi”, que contenía una nueva composición de Astor llamada “Tres minutos con la realidad” que él definió como una “tocata con ritmo de tango” y que escribiera luego de escuchar por primera vez el “Segundo concierto para violín” de Bèla Bartòk.
Continúa Astor: “Le ruego contestar a la brevedad posible ya que mis músicos tienen muchos compromisos con otras orquestas. Quisiera saber la cantidad de kilómetros de la Capital a Venado Tuerto porque nuestros músicos parecen taxímetros, ahora cobran por kilómetros y no por música. Perdóneme si no fui muy explícito, soy músico y no matemático. Esperando sus líneas le envío un gran abrazo por su lucha en favor de mi tango. Gracias. Astor Piazzolla. Asamblea 1.276 Buenos Aires”.
Así, con algunos toques de humor, concluía ésta primera carta. Pero la actividad de Piazzolla al frente de la orquesta de cuerdas con su repertorio “tradicional” no lograba frenar la hostilidad creciente hacia lo que se consideraba una herejía: cambiar el tango, algo innecesario para sus detractores.
La siguiente.
La segunda carta fechada el 15 de junio del ‘57 decía: “Estimado amigo Dr. Ongaro. Me alegro de que el concierto de Rosario lo haya dejado satisfecho, tanto a usted como a sus hijitos. Esa noche fue de muchos nervios para mí dada la falta de mi cantante J. Sobral, pero felizmente por primera vez en mi vida veo que mi música interesa. Lamento mucho no poder conversar y conocerlo personalmente, no obstante eso, me dijeron que usted estaba en el teatro”.
Es reveladora la confesión de Astor respecto al incipiente interés en su música ya que aquél período lo encontraba luchando prácticamente solo a contramano de los gustos populares. La aprobación en nuestro país no apareció sino recién en estos últimos veinte años, consolidándose más aún después de su muerte y abonada por el reconocimiento mundial a su música.
Sigue Astor: “Respecto a mi actuación en V. Tuerto le diré que el Sr Parula le escribe dándole nuevas cifras para el concierto. Ya que usted se sacrifica yo me sacrifico con usted y bajaríamos aún $2.000 más la cifra de la orquesta de cuerdas. En total el conjunto de cuerdas saldría $16.000 corriendo los gastos por mi cuenta. Esto encarece debido a que son 15 personas”.
Sacrificios.
Piazzolla deseaba fervientemente salir a mostrar su música, estaba ansioso por una aceptación que tardaba en llegar y no escatimaba esfuerzos para lograrlo, aún sacrificando parte de sus ganancias por el eventual concierto, como queda aquí explicitado. El sacrificio de Astor era monetario, mientras que el de Ongaro se ceñía al mero acto de tener la valentía de contratar a Piazzolla en aquellos años tan duros.
Sigue la carta: “Ahora le diré una cosa más concreta, el Octeto Buenos Aires saldría $13.000 y gastos por nuestra cuenta. Tenga en cuenta que el precio de $13.000 con el octeto lo cobramos porque queremos difundir el tango moderno por todo el país. Usted dirá qué le conviene más, la orquesta de cuerdas o el octeto. Para la fecha tendríamos que esperar ya que E.M. Francini y Atilio Stampone actúan en LR 1 Radio El Mundo y no sabemos los horarios del mes de Julio. Para fin de mes le daría exactamente la fecha para Venado Tuerto, mientras tanto estudie el presupuesto y espero el momento de conocerlo personalmente. Su amigo Astor Piazzolla”.
Experiencias.
La actuación nunca se concretó. Piazzolla no lograba todavía imponer su música y decepcionado se fue a los Estados Unidos poco tiempo después. Astor recordaría años más tarde la época del octeto: “yo estaba desmoralizado y cuando yo me desmoralizo, me voy”.
También describiría al octeto con contradicciones, por un lado como “una hermosa experiencia” y a la vez “como un fracaso que no sirvió para nada”. Sin embargo hoy muchos consideran que el octeto fue su formación más innovadora.
Astor Piazzolla fue un ser comprometido por completo con la música, hecho que expresó cabalmente con la frase siguiente: “La música es más que una mujer, porque de la mujer te podes divorciar, pero de la música, no. Una vez que te casas es tu amor eterno ... y te vas a la tumba con ella”.
*COLABORADOR
El abogado Ciro Ongaro conserva dos cartas autógrafas de Astor Piazzolla. Todo un documento que habla de los difíciles años que le tocó vivir al genio en la Argentina a mediados de los ’50 cuando muchos discutían su música.
Fernando Achiary*
Existen dos cartas autógrafas de Astor Piazzolla en Santa Rosa. Pertenecen al abogado Ciro Ongaro quién mantuviera con el músico un corto pero muy interesante intercambio epistolar en el año 1957. La genuina modestia de Ongaro ha mantenido esas cartas hasta hoy guardadas. Otros, en su lugar, quizás se hubieran ufanado de poseerlas sin que les falte razón. Pero tratándose de Piazzolla, uno de los más grandes músicos del siglo XX, era necesario presentarlas al público ya que poseen un precioso contenido que trasciende la cuestión personal entre el autor y su destinatario. Y Ongaro nos allanó generosamente el camino y facilitó su publicación.
La llegada del maestro.
Las cartas tuvieron como objeto la posible contratación de Astor Piazzolla para una actuación en Venado Tuerto, ciudad en la que residía Ongaro en aquellos años.
Antes de transcribirlas es necesario situarnos en la época. El año 1957 encuentra a Astor recién llegado de Europa luego de un perfeccionamiento con la famosa pedagoga musical Nadia Boulanger, quién había fortalecido la autoestima maltrecha de Piazzolla revelándole su verdadero destino: un músico ligado al tango y no a la música clásica, como en algún momento fue su intención.
Entonces, Astor llegaba al país con la intención de “romper todos los esquemas musicales que regían en la Argentina”. Para ese fin trabajaba simultáneamente con dos formaciones. La orquesta de cuerdas por un lado, una formación de quince personas con la inclusión del cantante Jorge Sobral, y por otro el octeto, formación con la que ya empezaba a revolucionar el tango pese a las conocidas resistencias de los partidarios del tango tradicional.
Primera misiva.
Decía Astor en la primera carta: “Buenos Aires, Abril 22, 1957. He recibido sus alentadoras líneas con gran satisfacción, digo así porque hay muy poca gente que se ocupa de nosotros y afortunadamente esos pocos son los cultos como usted que están a la vanguardia de todas las manifestaciones artísticas. Agradezco su defensa del tango moderno, esa defensa que es realmente necesaria ya que muchos creen que nuestra manera de componer es un capricho, no saben que esto cuesta muchos años de estudio y toda la vida de sacrificios, no solo artístico sino comercial”.
Estas expresiones dejan en claro lo que fue trasponer los límites que dictaba la ortodoxia del tango en aquellos años, tal como dijera en cierta ocasión Piazzolla a un periodista: “fue una guerra”. Los tradicionalistas se trompeaban con los vanguardistas, discusiones ad infinitum, insultos y amenazas de muerte a los músicos que tocaban con Astor. Ese era el clima que reinaba en la época. Una antinomia típicamente argentina, otra versión de un River–Boca, o un peronismo–antiperonismo. Dos bandos irreconciliables.
La orquesta.
Continúa Astor: “Respecto a mi actuación en Venado Tuerto le diré que es más que posible ya que hemos dispuesto hacer una serie de conciertos por el interior de la República. El 11 de mayo actuamos en Rosario, en junio en La Plata, pronto en Baradero y si arreglamos, sería en Venado Tuerto. La actuación sería con la misma orquesta que actuó en LR1, quince personas en total incluidos los solistas Vardaro, Gosis, Bragato, Vasallo y Sobral. El programa sería en dos partes: primera parte 45 minutos, intervalo 30’, segunda parte 45’, total dos horas de duración. Sería en un salón cerrado con un piano de cola (afinado 440 brillante) y tres micrófonos para los solistas. Esto costaría $20.000 (veinte mil pesos) y nuestros pasajes y estadía por cuenta de ustedes”.
Así eran los requisitos para la orquesta de cuerdas conformada por varios músicos que provenían del octeto y otros que eran convocados por primera vez procedentes de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Actuaciones.
Si bien concretó algunas actuaciones, Jorge Sobral, el cantante, definía con estas palabras la actividad de la orquesta: “Radio El Mundo ... algunas grabaciones, algunos viajes al Uruguay y algunos shows especiales”. También tocaron finalmente en Rosario donde Ongaro pudo verlos junto a su familia como queda testimonio en la segunda carta.
También grabó algunos discos con la orquesta donde se incluían mayormente tangos convencionales, pero también grabó el álbum “Tango en Hi-Fi”, que contenía una nueva composición de Astor llamada “Tres minutos con la realidad” que él definió como una “tocata con ritmo de tango” y que escribiera luego de escuchar por primera vez el “Segundo concierto para violín” de Bèla Bartòk.
Continúa Astor: “Le ruego contestar a la brevedad posible ya que mis músicos tienen muchos compromisos con otras orquestas. Quisiera saber la cantidad de kilómetros de la Capital a Venado Tuerto porque nuestros músicos parecen taxímetros, ahora cobran por kilómetros y no por música. Perdóneme si no fui muy explícito, soy músico y no matemático. Esperando sus líneas le envío un gran abrazo por su lucha en favor de mi tango. Gracias. Astor Piazzolla. Asamblea 1.276 Buenos Aires”.
Así, con algunos toques de humor, concluía ésta primera carta. Pero la actividad de Piazzolla al frente de la orquesta de cuerdas con su repertorio “tradicional” no lograba frenar la hostilidad creciente hacia lo que se consideraba una herejía: cambiar el tango, algo innecesario para sus detractores.
La siguiente.
La segunda carta fechada el 15 de junio del ‘57 decía: “Estimado amigo Dr. Ongaro. Me alegro de que el concierto de Rosario lo haya dejado satisfecho, tanto a usted como a sus hijitos. Esa noche fue de muchos nervios para mí dada la falta de mi cantante J. Sobral, pero felizmente por primera vez en mi vida veo que mi música interesa. Lamento mucho no poder conversar y conocerlo personalmente, no obstante eso, me dijeron que usted estaba en el teatro”.
Es reveladora la confesión de Astor respecto al incipiente interés en su música ya que aquél período lo encontraba luchando prácticamente solo a contramano de los gustos populares. La aprobación en nuestro país no apareció sino recién en estos últimos veinte años, consolidándose más aún después de su muerte y abonada por el reconocimiento mundial a su música.
Sigue Astor: “Respecto a mi actuación en V. Tuerto le diré que el Sr Parula le escribe dándole nuevas cifras para el concierto. Ya que usted se sacrifica yo me sacrifico con usted y bajaríamos aún $2.000 más la cifra de la orquesta de cuerdas. En total el conjunto de cuerdas saldría $16.000 corriendo los gastos por mi cuenta. Esto encarece debido a que son 15 personas”.
Sacrificios.
Piazzolla deseaba fervientemente salir a mostrar su música, estaba ansioso por una aceptación que tardaba en llegar y no escatimaba esfuerzos para lograrlo, aún sacrificando parte de sus ganancias por el eventual concierto, como queda aquí explicitado. El sacrificio de Astor era monetario, mientras que el de Ongaro se ceñía al mero acto de tener la valentía de contratar a Piazzolla en aquellos años tan duros.
Sigue la carta: “Ahora le diré una cosa más concreta, el Octeto Buenos Aires saldría $13.000 y gastos por nuestra cuenta. Tenga en cuenta que el precio de $13.000 con el octeto lo cobramos porque queremos difundir el tango moderno por todo el país. Usted dirá qué le conviene más, la orquesta de cuerdas o el octeto. Para la fecha tendríamos que esperar ya que E.M. Francini y Atilio Stampone actúan en LR 1 Radio El Mundo y no sabemos los horarios del mes de Julio. Para fin de mes le daría exactamente la fecha para Venado Tuerto, mientras tanto estudie el presupuesto y espero el momento de conocerlo personalmente. Su amigo Astor Piazzolla”.
Experiencias.
La actuación nunca se concretó. Piazzolla no lograba todavía imponer su música y decepcionado se fue a los Estados Unidos poco tiempo después. Astor recordaría años más tarde la época del octeto: “yo estaba desmoralizado y cuando yo me desmoralizo, me voy”.
También describiría al octeto con contradicciones, por un lado como “una hermosa experiencia” y a la vez “como un fracaso que no sirvió para nada”. Sin embargo hoy muchos consideran que el octeto fue su formación más innovadora.
Astor Piazzolla fue un ser comprometido por completo con la música, hecho que expresó cabalmente con la frase siguiente: “La música es más que una mujer, porque de la mujer te podes divorciar, pero de la música, no. Una vez que te casas es tu amor eterno ... y te vas a la tumba con ella”.
*COLABORADOR
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